Si no se tratan, podría ser fatal
La enfermedad se genera cuando alguna parte del organismo se altera y deja de realizar correctamente su función produciendo un trastorno. Existen las enfermedades físicas, pero también las espirituales. Cuando una persona no es feliz y vive en constante desasosiego por los recuerdos del pasado, sufre un padecimiento espiritual del corazón. El corazón es muy profundo, en él se pueden alojar distintos sentimientos dañinos que pueden arruinar nuestra vida, entre otros se tienen los siguientes:
1-El odio. Es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa o fenómeno; así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo.
2-El materialismo. Este modo de pensar sólo tiene en cuenta los bienes materiales, y a ellos limita la capacidad de amar de su corazón. En algunos casos sólo se desea dinero para sí.
3-El egoísmo. Conducta consistente en poner habitualmente los intereses propios antes que los ajenos. El egoísta sólo se ama a sí mismo, y por tanto se ama equivocadamente, porque estropea y empequeñece su corazón que ha sido creado para amar a muchos.
Una de las acciones más efectivas para evitar las enfermedades del corazón es la prevención. No podemos evitar que las personas nos dañen, pero sí somos responsables de permitir que se abran heridas a causa de ello. La Palabra de Dios nos manifiesta: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, Porque de él mana la vida”. Proverbios 4:23. Si con el pasar del tiempo las personas van depositando malos sentimientos, o tristezas no tratadas, el corazón se aflige y enferma. “La congoja en el corazón del hombre lo abate; Mas la buena palabra lo alegra”. Proverbios 12:25.
El corazón mejora en la medida en que ama el bien, se va restaurando si nos dejamos sanar por nuestro Creador, si llegamos a él declarando lo que padece nuestro corazón, como lo hace un paciente ante su médico. Él nos promete: “Mas yo haré venir sanidad pata ti, y sanaré tus heridas… Jeremías 30:17. El corazón es el órgano más importante del cuerpo, si se llega a detener ya no podrás vivir, desde allí decides recibir o rechazar a Dios, solo tú determinas aceptar lo que hará sanar tu corazón, por ello el Señor te hace un llamado; “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones,” Hebreos 3:15, entrégale tu corazón y Él sanará para siempre todo tu dolor.
Dr. Livingstone Guzmán.