Dios ha bendecido a muchos cristianos y por ende adquieren compromiso con Dios, pero esto no se ejecuta cuando olvidan el favor Dios en sus vidas y desvían su deber para con Dios. Cuando estamos comprometidos con Dios, somos productivos para bien, pero no podemos comprometernos con Dios si no nos comprometemos con nosotros mismos, con nuestra forma de ser. Si dices que estás comprometido (a) con Dios y no contigo mismo, afirmas algo que no es real.
En el Libro de Hechos 3:1-10 observamos lo siguiente:
1.-La oración, se compone de un diálogo. Pedro y Juan iban todos los días al templo a la misma hora porque estaban comprometidos a orar; cuando estas comprometido contigo mismo oras sin que te lo recuerden y mantienes un dialogo con Dios. Salmo 55:17 “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz”. Entonces, necesitamos mantener un compromiso real con Dios.
2.- La Permanencia. Pedro y Juan subían todos los días a la hora novena, la de la oración, quiere decir que era una costumbre, un compromiso. En las empresas ¿podrán aceptar a un trabajador que no cumpla con su horario de trabajo?, ¿se podrá aceptar a un alumno que no vaya todos los días a clase? Y Jesús prometió estar todos los días con nosotros, sigamos su ejemplo.
3.- Compartir la Palabra de Dios con los que están a nuestro alrededor. No podemos callar; nuestro compromiso es ser canal de bendición para el mundo. Pedro y Juan al ver a este hombre le ordenaron mirarlos. Las personas tienen que ver en nosotros una esperanza a sus problemas, ejemplo de transformación del poder de Dios y que entiendan en medio de su invalidez, de su fracaso pueden tener la esperanza de Gloria que también hemos recibido. Desarrolla tus dones dados para bendecir a otros y Dios te bendecirá a ti. .
Nuestro mayor compromiso es con Dios, llevar su Palabra a las personas que están invalidas, sumergidas en sus problemas, sin esperanza, llevemos el plan de salvación que nos da Jesús; comprometámonos en servirle, en no pagar mal por mal, sino que con el bien echemos fuera el mal, digamos al mundo que Dios es la única esperanza de vida.
Dr. Livingstone Guzmán.